La portavoz del gobierno catalán
ha dicho que no están en condiciones de dar una fecha en la que se sepa la
fecha y la pregunta. Así, tal cual. Obviamente, fecha es el día para votar en
plebiscito y la pregunta es algo que sólo ellos saben pero que debe girar en
torno, con todos sus matices, a si los catalanes quieren independizarse del resto de españoles o no.
Seguimos, pues, instalados en la incertidumbre que genera este bucle
estupefaciente.
Y hablando de otros españoles,
todavía hay que aguantar a ciertos tertulianos, como el gallego Antón Tontada, que
lamentan que los catalanes no puedan votar, anhelo frustrado, más del tal
Tontada que de la mayoría de catalanes, que el hombre resume con un novedoso no se pueden poner puertas al mar. Uno
sabía lo de no poner puertas al campo pero no puertas al mar, si acaso diques.
En cualquier caso, habrá que decir al tal Tontada, Antón, que todos sus empeños
porque los catalanes se independicen-para él votar es mero trámite-deberán
contar con una mínima colaboración por parte de los promotores sediciosos, que salvo declaración unilateral de independencia deberán dar día y pregunta, algo que de momento no tienen muy claro. Pero como lo que defiende
Tontada es la democracia absoluta, otro fruto del consenso del 78, quizá sea
posible votar ya, sin día ni pregunta, de manera espontánea, sin puertas ni
diques. Hasta sin urnas.