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lunes, 30 de noviembre de 2015

La ley, esa desconocida



Sabíamos que la alcaldesa de Barcelona había decretado barra libre para los manteros y sus productos apócrifos, que incluso había reconocido a estas gentes la libertad sindical en una actividad ilegal, amén de ordenar a su propia policía que mirase para otro lado en esta peculiar venta ambulante, pero permitir una protesta a las puertas del Ayuntamiento sería el no va más del surrealismo si no estuviéramos curados de espanto. Pero como en el Ostfront toda estulticia es superable, ahí tenemos en esa misma plaza a la policía autonómica, no se olvide que es policía judicial, que ejerce de Don Tancredo y mira para otro lado ante la flagrante comisión de un delito. Para rizar el rizo, y por disimular un poco ante turistas de países serios donde impera la ley, tampoco aparece la policía nacional para pedir papeles y verificar posibles, por no decir seguras, infracciones de las normas sobre extranjería. Nada igual se veía desde que aquel Torres-Dulce se fue a una tertulia de cine mientras Mas anunciaba públicamente que iba a conspirar por la independencia.

lunes, 23 de noviembre de 2015

De la bendita inocencia



Conocido es el dicho que sentencia que nada sale más caro que un hijo tonto. En este caso, por contra, el tonto de remate es el padre, que frente a la tierna y asombrosa lucidez del niño contrapone el buenismo que hasta aquí nos ha traído. Contra las pistolas de los malos, flores y velas, una versión progresista muy sobada por estos pagos de aquel Sermón de la Montaña que consagraba poner la otra mejilla frente a la perversión del ojo por ojo y el diente por diente. Sermones al margen, lo malo es que la historia se volverá a repetir-de hecho ya lo hizo este pasado viernes a una cierta distancia de París-y entonces, como es sabido, lo hará como farsa, de ahí que el niño con la misma lucidez y cargado de razón podrá llamar farsante al padre. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El Estado del malestar



Tras la última y gran masacre de París, la anterior contra unos dibujantes ácratas parece más suave porque era menos indiscriminada, queda uno con la sensación de que la vida-o la muerte, tanto da- sigue igual. Sabemos que un barrio de Bruselas-esa ciudad que es metáfora del saqueo del contribuyente europeo y que sólo sirve para que el tío de la coleta de Potemos se lleve una pasta por la cara-es el cogollo del islamismo más salvaje, pero eso únicamente es motivo para que en la capital de Eurabia se suspenda el partido amistoso de pelota que iban a celebrar unos millonarios.


Los exégetas de la realidad más prosaica nos glosan que el presidente francés rompe con la pana porque cierra fronteras-oh, cielos, qué emoción-cuando el enemigo lleva décadas dentro alimentándose del estado del bienestar y de esa república que canta el himno pero que no saca la guillotina, aunque sea para ofrecer un poco de reciprocidad en la batalla. Para estas hazañas, y las que que vendrán hasta el próximo arreón del enemigo invisible, es mejor quedarse con un fulano como Mariano, hombre tan tranquilo como previsible que asegura que en eso de mandar hombres a morir al culo del mundo de Alá, y más en campaña electoral, es mejor no precipitarse. Además, aquí ya tuvimos nuestra particular matanza. ¿O no fue así?   

martes, 17 de noviembre de 2015

Formas de violencia



Paseando por Internet se puede uno topar con cosas como ésta, y entran ganas de mandar una muestra al fiscal de turno por si fuese oportuno abrir alguna clase de diligencia. Pero es mejor abstenerse: matar al mensajero es costumbre inveterada.  

sábado, 14 de noviembre de 2015

La crónica de Baños



Antonio Baños es el hombre de moda, al menos en esta patética Cataluña que es a la vez metáfora y sinécdoque de una España que busca su propia supervivencia acudiendo a la consultoría de ropones y leguleyos a tiempo completo. Confieso una cierta simpatía por un tipo que me recuerda mucho, incluso en el físico, a un vendedor de telefonía que me vino a vender su producto al despacho: era tan simpático y locuaz que al cabo de veinte minutos me quedé con la impresión de que no quería vender sino hablar, de todo y de nada, hasta me decía que me pagaba una cerveza cuando ya le acompañaba hasta la puerta y le dejaba claro que no compraría su mercancía. Baños es así, habla mucho, de todo y de nada, pero sobre todo para decir no.

Baños es más culto, ya sé que en este erial eso no es mucho decir, que el resto de sus camaradas de partido, pero sobre todo más aseado: nada que ver con el sandalio Fernandes o esta portavoz cuya cabeza tanto se parece a la de mis añorados clicks de Famobil. La otra mañana, tras el primer no a Mas, Baños era el tipo más buscado del oasis, así que no tuvo mejor idea que dar plantón a una radio catalana sin mayor explicación, lo que uno interpreta como que el diputado estaría de resaca, porque Baños no tiene pinta de abstemio, pero también como una demostración de su desprecio por la repugnante especie de los tertulianos, pequeña hazaña que sin duda es síntoma de que, aunque equivocado en política, goza de buena salud mental.

De Baños, periodista a ratos, se cuenta la anécdota de que fue enviado a cubrir la crónica de un concierto de David Bisbal, que el concierto se suspendió por la lluvia y que él, hombre cumplidor con sus obligaciones remuneradas, hizo la crónica como si tal cosa y la mandó a sus jefes. Ahora tiene otra misión- investir a un orate-que también se va aplazando, suspendiendo una y otra vez, pero Baños nos sigue mandado su crónica.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un cuento y una moraleja



Que Francisco Franco murió en la cama es una obviedad que de vez en cuando conviene resaltar, y no porque con ella se puedan ajustar cuentas con la Historia, que en esta país sirve de poco y aburre mucho, sino porque al menos uno se reconcilia con la verdad frente a tanta leyenda de una resistencia que nunca existió y que hoy, cuarenta años después del óbito del personaje, todavía resuena con fuerza de la mano de una histérica memoria.

Este librito de Max Aub, un cuento delicioso rebosante de humor, tiene mucho de ajuste de cuentas con una historia particular vivida en primera persona por el autor, la de los republicanos españoles exiliados en México: su carácter-mejor sería decir la ausencia de él-gritón, faltón, rencoroso, de cuentas pendientes de unos con otros, de socialistas con comunistas, de estos con los anarquistas y de todos contra todos. Los vocingleros refugiados que sacan de quicio al verdadero protagonista de la obra, el mesero Ignacio Jurado, un abnegado y servicial camarero que presta sus servicios en uno de esos cafés y que no soporta el carácter airado de unos tipos que se echan en cara con reiteración delictiva las culpas de la derrota en la guerra. Aquello no puede durar, este año cae seguro...la cantinela que una y otra vez se repetía en el Café desde el año 39.

Desquiciado y amargado el mesero tras soportar a toda esa tropa y sus lamentos durante años, decide tomarse la justicia por su mano y hacer lo que aquellos vocingleros no se atrevían pese a sus muchos deseos: dar muerte al dictador. Y así lo hace, tras un viaje relámpago a España y aprovechando un desfile militar. Cumplida la misión con la absoluta indiferencia del que no actúa por móviles políticos, tampoco heroicos, se impone el regreso a México con la esperanza de que por fin reine la paz entre aquellos españoles, que hayan desaparecido sus querellas, que se imponga el silencio y la buena educación. Que su café, en fin, volviese a ser el idílico lugar al que había consagrado su vida. Imposible: allí siguen los mismos españoles peleando con más ahínco si cabe, con más gritos y las mismas pendencias, sin ánimo de reconciliación. La mordacidad de Aub nos ofrece una moraleja evidente: los problemas de España, de imposible solución, no dependían de la vida o la muerte de Francisco Franco sino del carácter de los españoles.

La esmerada reedición de La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco por la editorial Cuadernos del Vigía cuenta con excelentes ilustraciones y una grabación en CD de la lectura del cuento por el propio autor.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Contramedidas



Ante los graves acontecimientos que se desarrollan en Catatònia, he firmado, con su preceptiva póliza de cinco duros, una solicitud de dictamen al Consejo de Estado para que me indique lo obvio, es decir, por dónde van los tiros, si bien no creo que sirva de mucho.

Asimismo, y ya puestos a trabajar y por aquello de que al lunes buena cara, he encargado una pizza con doble de pepperoni.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Nuestro comandante



Ha causado cierto estupor que el general Julio Rodríguez, ex JEMAD con Zapatero, haya fichado por Potemos. Tampoco se entiende mucho la sorpresa, la verdad, incluso reconociendo el matiz de que es un militar en la reserva y que tiene para ello un cierto impedimento legal: minucias, lo sustancial es que un general considera que el tío de la coleta es el hombre carismático que nos puede sacar del arroyo. Ya solo falta a los podemitas fichar un banquero y un obispo, alguna monja tienen ya, para que podamos-sí se puede-afirmar que esta gente es ya un partido socialdemócrata al uso tradicional. Por lo demás, nada nuevo bajo el sol: Don Julio considera que el problema catalán es cuestión de hablar y negociar, de querer y dejarse querer en el marco de una España federal. Otro más, en fin, que como Rajoy no cree en el dichoso artículo 155 de la Constitución. Queda la duda de si nuestro general cree en el artículo 8 o tampoco. 

miércoles, 4 de noviembre de 2015

La ronda



Ante el desafío separatista, y privado tanto de ingenio y coraje como de asesores, el presidente Rajoy ha decidido que sea una ronda de contactos en palacio la que aporte la solución mágica a ese coñazo que ya Ortega dijo que no tenía remedio, sólo conllevancia, como el que tiene la desgracia de tener un hijo tonto, pues conllevar, como asegura la Real Academia en su primera acepción, es sufrir, soportar las impertinencias de alguien.

Y tanto quiere reunir el presidente para tomar el pulso que aquello será como el camarote de los hermanos Marx, aunque con menos gracia, porque ya dirán ustedes la gracia y chispa que atesoran del tío de la coleta, Pedro Sánchez o Duran Lleida. Por no hablar de implicar también en la ronda y meter en el despacho a los agentes sociales, una entelequia sólo apta para negociar sus propias prebendas. Ya puestos, y por no discriminar, a uno le gustaría ver en el cotarro a Chiquito de la Calzada, que obviamente y con tanta apretura sólo diría no puedo, no puedo, o a Íker Jiménez, que llevaría con él a su esposa y colaboradores con la esperanza de hallar un agujero negro que explicase por dónde se ha ido la cordura que uno presume a todo prócer de la patria.

No exigiremos la presencia en el camarote de un teniente coronel de la Guardia Civil por no mentar la bicha y rememorar aquellos tiempos que, mire usted, trajeron la armonizadora LOAPA para poner un poco de orden en la catástrofe que se avecinaba, si bien luego el Tribunal Constitucional anuló lo sustancial de su contenido,  decisión polémica que hasta aquí nos ha llevado, como diría un hierático Aznar que curiosamente y de momento no ha sido invitado por el anfitrión, posiblemente por no tener que hacer lo propio con Zapatero o González. En ese amontonamiento sólo queda fiarse de la señora de la limpieza, quizá porque pueda ser ella la que entre en la próxima ronda y nos explique, a falta de otros doctores en la materia, el contenido y alcance del dichoso artículo 155 de la Constitución.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Morigerados



El Colegio de Abogados de Barcelona, ente que cono Javier Arenas sobrevive a todos los desastres, ha cambiado su denominación, luciendo ahora otra más lustrosa y acorde con los tiempos que corren, más progresista e igualitaria.  Abogados parecía, como el Soberano, una cosa solo de hombres, pero poner Colegio de Abogados y Abogadas-la versión catalana me da pereza escribirla-resultaba excesivo y ridículo y un poco largo, pero había que cumplir con la cuota legal, de ahí que los pasteleros de la institución hayan parido el más neutro Abogacía. Ante semejante hallazgo, uno se acuerda del chiste del alcalde y el secretario de un pueblo perdido:

Alcalde: Secretario, convoque un pleno para el viernes.

Secretario: ¿Viernes, mi alcalde, va con be o con uve?

Alcalde: Da igual, que sea el lunes.