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lunes, 28 de diciembre de 2015

El día de los inocentes



Como si de una inocentada se tratase, la prensa al completo lleva a sus portadas el esperpento asambleario de ayer en Sabadell, donde cientos y cientos de perroflautas anteriores a la caída del Muro se dieron cita para decidir si investían como presidente a un burgués de toda la vida que ha metido la tijera en el gasto social, ese dispendio que es seña de identidad de todos los amantes de la socialdemocracia. Y como ocurre en esos circos donde crecen los enanos, la cosa dio mucho juego, tanto que deberá repetirse el invento en otro momento, en otro lugar, pues la cosa acabó en empate, técnico dicen los medios, aunque tétrico es lo más adecuado.

Principió la cosa de manera extraña en esa eucaristía laica y dominical a la que ya uno le va cogiendo hasta cariño, pues el tradicional voto a mano alzada, o puño cerrado, para estos eventos fue sustituido por uno secreto que parecía que podía favorecer, por aquello de ocultar vergüenzas, a Mas y su alianza separatista: misterio insondable que tuvo un efecto práctico muy beneficioso, el de evitar miles de efluvios poco higiénicos en una muchedumbre poco amante de la ducha. A parir de ahí, venga votar, ¡será por democracia! hasta un empate final e infinito que por decoro debería haberse roto en una tanda de penaltis lanzados por el mismo número de hombres que mujeres.

Dicen que los pueblos tienen el destino que merecen, en el caso del español, y el pueblo catalán no deja ser una sucursal-quizá la más idiota-del mismo, es el de votar una y otra vez para no alcanzar objetivo alguno. A los cuperos y su delirio ultrademocrático y popular se suma el botarate Sánchez con la amenaza de hacer que vote la militancia socialista su deseo de ser presidente de España a cualquier precio, y hasta el siempre hierático Aznar habla veladamente de unas primarias que enmienden su error de haber optado por un petardo como Rajoy. Puestos a votar, votemos también para decidir el elenco de tertulianos indocumentados que se dedican a tiempo completo a las exégesis de este auténtico esperpento nacional. O plurinacional.     

martes, 15 de diciembre de 2015

Ecos de una parodia



Como si de un combate de pressing catch se tratase, y con un árbitro que se hundía en un sopor estupefaciente, los candidatos de los todavía partidos mayoritarios saltaron al cuadrilátero con sus mejores armas disponibles, el discurso retórico y las promesas vacuas. Y no defraudaron. Sánchez atacó con la corrupción-los mensajes de apoyo a Bárcenas-y Rajoy se zafó como buenamente pudo, con indignación e invocando la presunción de inocencia que ampara a cualquier hijo de vecino, que es buen recurso penal pero nefasta táctica política. Ante los reproches del socialista por los recortes en educación, y con su promesa estrella de alargar la enseñanza obligatoria hasta la mayoría de edad, el presidente respondió que en España todo el mundo puede estudiar lo que quiere, hasta para torero, le faltó añadir, si bien los toros poco a poco se van prohibiendo en toda España, lo que forzaría a los nuevos diestros a emigrar a las Américas en busca del éxito.

Hubo algún momento de coincidencia, como cuando ambos defendían la existencia de las diputaciones, y qué menos se podía esperar del gallego, que inició en uno de sus entes extraños una carrera que hasta hoy ha durado. Ante la insistencia del moderador, que despertaba del letargo para leer mensajes de periodistas, ventilaron la cuestión catalana en escasos dos minutos, lo que una vez más habrá reforzado el lamento de los separatistas, si es que no nos quieren, ay, nos ignoran y por eso nos vamos. Frente a una posible reforma de la Constitución, Rajoy dejó una de esas perlas imborrables: es un buen texto y un gran acuerdo entre los españoles que nos ha dejado gran prosperidad, tanta que ahora somos capaces de ¡construir la línea de tren de alta velocidad entre La Meca y Medina! De ahí, era inevitable, se pasó a la amenaza islamista, con un Sánchez que sacaba pecho afirmando que él sí se había reunido con la comunidad musulmana en España, pero sin dar muchas pistas sobre lo hablado, silencio que solo puede interpretarse como que la cosa no dio mucho de sí, vamos, que Pedro tampoco les dijo, quizá por aquello de no ofender, que necesitaban una renovación a lo Vaticano II.

Dicen los entendidos que el candidato socialista, torpe y con malos modos, y el popular, perezoso y con pocas ideas, acabaron por oficiar el entierro del bipartidismo. Algo de eso habrá, porque tras el debate y en la Sexta, García Ferreras montó su su particular tertulia con los candidatos de los partidos emergentes, excluidos, pero también beneficiados, de la parodia. Aunque bien mirado, tampoco es ninguna novedad ni contraprogramación, pues Iglesias y Rivera viven en ese plató desde hace tiempo, señal de que han venido para quedarse y que el bipartidismo puede morir pero que la partitocracia seguirá gozando de buena salud, ahora con más siglas. Al fin y al cabo, o eso nos han contado, así se hizo la Transición, entre muchos y muy diferentes.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Garantía de rapidez



Es notorio que es España un país en exceso garantista en materia de derechos, de tal suerte que muchas veces el esperpento acaba envolviendo bajo su manto lo que debería ser la cosa más seria y respetable del mundo. Dentro de la legislación sobre extranjería existe el supuesto, muy habitual, de la denegación de entrada en puesto fronterizos, generalmente aeropuertos. El extranjero llega y algo falla, de tal manera que se deniega su entrada en territorio nacional. Acto seguido, se activa el mecanismo contemplado en la ley y, pese a que al extranjero frustrado se le va a meter en el primer avión que salgo rumbo hacia el lugar de donde procedía, entran en acción las garantías con las que el legislador le obsequia, siendo una de ellas la asistencia de un abogado de oficio, profesional que puede formular un recurso contra esa denegación, si bien el mismo, y por mucho que se corra, no paraliza la decisión gubernativa de embarcar al extranjero en ese primer vuelo disponible. Lo que siempre ocurre, y además con una eficacia sorprendente en un lugar donde la chapuza es la norma general.


Es algo grotesco, sin duda, pero comúnmente aceptado a lo que nadie da demasiada importancia y que ya no se comenta de ninguna de las maneras por ninguno de los actores de la comedia, para qué, pero el otro día me contaron una anécdota que provoca la hilaridad. Abogado de oficio que citado a las cuatro de la tarde para dar trámite a la asistencia al extranjero en la comisaría del aeropuerto llama por teléfono para decir que quizá se retrase un poco, apenas unos minutos. No me tarde usted mucho, por favor, que el avión sale a las seis, y al intérprete lo tengo ya aquí como un clavo, le indica el policía que lleva el caso. ¿Quién dice que la justicia es lenta? ¿Y que no hay derecho? Como un cohete, oiga.

miércoles, 9 de diciembre de 2015