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viernes, 30 de noviembre de 2012

Pleitos tengas y los pagues



Con el ansia de protagonismo que le caracteriza, el ministro del ramo ha decidido sanear la justicia con una ley de tasas que tendrá como máximos beneficiarios a poderosos y morosos y toda clase de incumplidores. Estaba cantado que un personaje tan arrogante como este sujeto debía pasar a la posteridad por una ley que fuese más o menos revolucionaria, y ésta lo es, tanto que ha puesto en su contra a partidos políticos y ciudadanos y operadores jurídicos. Ya será imposible llevar a los juzgados contencioso administrativos a los sinvergüenzas que llenan las maltrechas carreteras españolas de esos simpáticos radares.

Nos dice el ministro que la ley servirá para racionalizar la administración de justicia y dotarla de más y mejores medios, sin que esto garantice, se deduce fácilmente, que los funcionarios mejoren su salario ni recuperen los días de asuntos propios. Enorme optimismo que no osaremos poner en duda, y así, armados de optimismo  y  expectación, esperamos que al menos sirva para que tengamos mejores jueces-más no, que con este hachazo no serán necesarios muchos árbitros para tan pocos pleitos-y no asistamos a espectáculos tan penosos como el ofrecido por la Audiencia Nacional con la suelta obligada de los cabecillas de la mafia china.

Si con la reforma laboral echaron abajo la obra social del franquismo, con esta ley de tasas resucitan aquellas pólizas que despachaban los estancos cuando fumar era un vicio y no un lujo: esquizofrenia de un gobierno a la deriva que hasta ahora no ha empatado con nadie. Aunque para lujo, y siempre que están disponibles los impresos normalizados, pleitear a partir de ahora, o al menos hasta que el máximo intérprete de la norma fundamental se pronuncie sobre la constitucionalidad de la broma, algo que será-según costumbre inveterada de la casa-al cabo de unos cuantos años. Tal vez para entonces, y mientras la mayoría de españoles gozan del beneficio de pobreza, el ministro y su soberbia estén retirados de la vida pública.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Memorias de un desmemoriado



Aznar ha presentado un libro de memorias que amenaza con al menos una secuela, y como sabemos que el personaje tiene unos cuantos hijos, bien se puede decir que sólo le falta, si no lo ha hecho ya, plantar un arbolito. Apasionante vida la de un hombre que no sólo ha sabido colocarse bien tras la política sino que ha hecho lo propio con su esposa, por no hablar de la refundación de un partido que dejó atrás la derecha para lanzarse a ese centro que no es de nadie pero es de todos.

En la presentación de la obra, ejerciendo como maestro de ceremonias uno de esos periodistas de cámara tan dados al baño y masaje, Don José María hizo un repaso a unas cuantas cuestiones que a juicio de muchos, entre los que me incluyo, son irrelevantes a estas alturas de la película: por qué eligió para la sucesión a Mariano cuando había otros más capacitados, sus pactos-no consta que por allí andase Vidal Quadras para darle las gracias en nombre de muchos catalanes-con los fenicios nacionalistas en la primera legislatura, o el atentado de ETA que casi le cuesta la vida y que se llevó por delante a una pobre mujer que por allí pasaba. Melancolía retrospectiva que no mueve molino pero que garantiza miles de ventas entre una parroquia poco dada a la crítica, reacia al más mínimo capón simbólico al que lloran como se hacía con aquel Ausente.

Mucho me temo, y quizá me quede con la duda, pues no compraré el libro ni tampoco lo leeré prestado, que no hablará de su maravillosa política en materia de inmigración, cuando a costa de la burbuja inmobiliaria, gran política económica de la que ahora recogemos los frutos, llenó España de mano de obra barata y nada cualificada sobre la que cimentó aquella estupidez del España va bien, leyenda gloriosa como pocas en la historia nacional. Víctima de un ataque de progresismo, como ya sucedió con la Ley de Menor, modificó la legislación sobre extranjería y decidió tener  manga ancha con los reagrupamientos familiares, como si las parientas y vástagos de esos peones fuesen a poner muchos ladrillos. Caballo de Troya, en fin, del que después se ha quejado Don José María por activa y pasiva en bien remunerados artículos cuando se ha referido al terrorismo islamista y su presencia en España. Mala conciencia, tal vez, que le lleva ahora a pedir que Israel entre en la OTAN. Petición nada extravagante, pues sabido es que los equipos de ese Estado juegan competiciones europeas de fútbol y baloncesto y sus cantantes desafinan en Eurovisión tanto o más que un belga o alemán.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Cuatro apuntes y una despedida


Tras las elecciones catalanas, y salvando el éxito enorme-mala suerte, Marhuenda-de Ciudadanos, perfectamente puede decirse que la vida sigue igual: mayoría nacionalista en el parlamento, un PP pop que sigue sin engañar a muchos más de los que engañó hace tiempo y una bancada socialista que sigue en caída libre a la espera de una refundación que nadie se atreve a liderar. Pinchazo histórico de Mas, bien por las cuentas suizas, bien por el miedo que ciertas aventuras generan en un electorado demasiado aburguesado.

Adiós, y quizá esto sea lo más significativo en el freak patrio, a esa folclórica de la política llamada Alfons López Tena, un valenciano afincado en Catatònia cuya locuacidad ha dado los mayores momentos de gloria de esta corta legislatura. Con ese fanatismo del converso a lo Justo Molinero y su aura de hombre de mucho ambiente, el amigo López, notario de profesión, ha podido dar fe de lo aburrido que resulta el parlamento para todos aquellos que no forman parte de esa casta política que lleva toda la vida viviendo del presupuesto. Cada intervención suya era garantía de bronca segura; cada silencio un alivio para sus morigeradas señorías.

Llegó de la mano de Laporta, otro tipo de oronda barriga, y se va con un zarpazo de los jóvenes más airados, pobres analfabetos que ignoran todas las leyes que López Tena tuvo que meterse entre pecho y espalda para sacar la oposición. Vencido y sin escaño y obligado a dejar paso a los perroflautas de la CUP, nos dice ahora que Catatònia ha optado por su propia extinción, que de paso es la misma que la del amigo Alfons. Pues nada, a las penas, puñaladas...y que ponga la música Justo Molinero.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Jornada de reflexión



Catatònia de dispone a votar, que es el derecho que ejerce la plebe cada cierto tiempo como compensación al pago-más o menos voluntario-de impuestos, tasas, contribuciones, arbitrios y otras chorizadas. Los mudos, descreídos ciudadanos y posiblemente los más listos, sabedores de la descomunal estafa que estos comicios suponen, aprovecharán el día para otros quehaceres más gratificantes. Los ciegos, indiferentes a esa corrupción generalizada que constituye el auténtico hecho diferencial patrio y sin otra mano con la que taparse la nariz, darán su voto a los seguros vencedores ignorando hasta dónde llegará esta deriva que tanto emociona. Por último, los sordos, bienintencionados en su ignorancia y armados de un voluntarismo infantil, acudirán a las urnas con la convicción de que su voto podrá frenar un delirio generalizado. En cualquier caso, el lunes todos comprobarán que la vida sigue igual.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Kafka era español



En un país donde un elevado número de diputados pierden sus cacharritos electrónicos, y dicen que les han sido robados, es normal que un juez estúpido encargue la investigación sobre la corrupción de un partido a la policía...de ese partido. Se trata del mismo país donde un ministro del interior pierde el culo por dar la blanca a un terrorista irredento y luego abre una investigación para empapelar a los funcionarios que filtran a la prensa un informe o borrador sobre una gigantesca trama de corrupción.  Ese ministro no es otro que aquél que alababa las bondades de la inmersión lingüística en Catatònia, el máximo valedor de la candidata de su partido en esa región, aquella histriónica que confesaba sin rubor que reñía a su hijo de tres años si hablaba en español.

Y así, mientras recoge otra pasta del Estado del que se quiere independizar, o solicita algún indulto generoso para los corruptos de su partido, se queja Mas de la indefensión que le provocan las informaciones que airea un diario, cómo no, de Madrid, y nos viene a decir que se siente como una especie de Josef K. abandonado a su suerte y sin poder ver los papeles que reflejan las acusaciones que sobre él pesan. Esta España, en fin, o lo que de ella queda tras una brutal metamorfosis, es hoy un gran proceso kafkiano que ya sólo puede ser reconducido por el ministro de justicia-un pedante para el que el ciudadano no es más que una asquerosa cucaracha-y sus brutales tasas judiciales. Pleitos tengas... 

martes, 20 de noviembre de 2012

20-N: Balance



Se cumple un año del triunfo electoral de Mariano Rajoy y su Popular Partido. Hora de hacer balance. Habrá opiniones para todos los gustos, y en especial sobre sus decisiones económicas, pero algunos, por aquello de los principios, imprescindibles en política, nos quedamos con esta imagen.

lunes, 19 de noviembre de 2012

La estupidez y el crimen


Hace unos días hablaba sobre esa no tan nueva profesión-aunque para mí fue todo un hallazgo-de monitor de comedor y el adoctrinamiento  que ejercen sobre los infantes, al menos en este Ostfront siempre en estado de ebullición. Volví a pasar por el mismo colegio donde los descubrí y puede observar otra tierna escena en el patio: unos niños, posiblemente tras la comida con esos monitores, coreaban la musiquilla de moda en Catatònia: in-inde-independència. Me eché a reír mientras recordaba un pasaje de un buen artículo de Jon Juaristi que lleva por título Cuando la estupidez precede al crimen, publicado en Papeles de Ermua, aunque juraría haberlo leído antes en su libro de memorias Cambio de destino, obra que no tengo a mano en este momento para hacer la pertinente consulta. En cualquier caso, su ubicación exacta es lo de menos, porque lo importante es su rabiosa actualidad-esa obscena manipulación de la infancia-y su perfecta sintonía con una escena como la de esos niños, muchos de ellos hijos de nuevos catalanes, en el patio de las consignas:

Visto desde el presente, el caso de la ikastola de Sopelana se me aparece como una metáfora en miniatura de la historia reciente del País Vasco, con sus limpiezas étnicas e ideológicas. De los seis alumnos que tuve durante aquel curso, uno terminó en ETA. En la cárcel, Joseba se acogió a la vía de reinserción. No creo que su vida en Sopelana, desde entonces, haya sido muy agradable, pero quién sabe. Los hijos de Lander Gallastegui y Paule Sodupe estaban aún en los cursos de preescolar. Eran unos críos encantadores. Sus profesoras solían enseñarme los dibujos de alguno de ellos, que representaban siempre la misma escena: aviones con ikurriñas en la cola y en las alas bombardeaban barcos de la marina española

Una de esos críos encantadores era Irantzu Gallastegui, condenada por el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco entre otras hazañas.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Por qué soy de izquierdas



Si algo hay más obsceno que una campaña electoral, eso es una campaña electoral en Catatònia. El amigo Joanet Herrera nos viene a resumir con un titular de impacto por qué se hizo de izquierdas desde la más tierna infancia: porque le robaban los cinco duros para la merienda cada semana. Tampoco constituye ninguna novedad: uno se hace de izquierdas por resentimiento social o por haber padecido un trauma. En el caso de Joanet está claro, según propia confesión, que hubo un trauma que marcó su vida: el robo del dinero para la merienda. Eran  años duros en Nou Barris y a Joanet lo dejaban sin el bollycao o equivalente los malos del barrio, gentes como el Peseta, que vendría a ser una versión catalana  del Nelson de los Simpson, chico descarriado al que su padre abandonó y que tiene como madre a una prostituta de poca monta. Conmovedor.

No ofrece más detalles, quizá porque sea innecesario, pero es fácil intuir que tras esos robos, y dada esa conciencia de clase que en él ya se estaba moldeando, Joanet agachaba la cabeza para recibir una colleja, entonaba la máxima socialdemócrata-odia el delito y compadece al delincuente-y procedía a comerse los mocos, que a falta de pan, buenas son tortas. Y es que Joanet perdonaba al Peseta y a todos los malos del barrio porque los veía como el producto típico de un sistema, el capitalista, que años después permite a tipos como Joanet vivir de puta madre siendo comunistas. ¿Y qué fue del Peseta y otros gamberros de aquella época? Nada sabemos y nada se nos cuenta, pero es fácil intuir que, aun armados de resentimiento social pero desprovistos de compromiso social y vocación política, acabarían en el arroyo. Y sin merienda.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

La cosa


Tenía pensado escribir sobre otra cosa, un episodio más del Ostfront, pero me he levantado con el pie izquierdo y no tengo más remedio que meterme en el fango del fútbol, así que hablaré de otra Cosa, pues eso, la Cosa, es la que se ha montado con un jugador del Bilbao a su llegada a la selección. Ya piden la cabeza de Vicente del Bosque-un señor que siendo de Salamanca tiene el cuajo  de publicitar productos contra el colesterol-por llevar  a la selección  a un futbolista que dice que están allí para representar...a una cosa, soslayando de esta guisa la palabra España. Acabáramos.

Cuatro años de éxitos con la Roja de los cojones, en boca de príncipes y  plebeyos, y ahora nos rasgamos las vestiduras porque un fulano habla de la Cosa. Ni huelga general ni hostias en vinagre, ahora preocupa la Cosa. Mutatis mutandi con la celebridad de aquel patriota asesinado, más vale una España Cosa que una España Roja. Y ahora, a trabajar: qué Cosa.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Lanzamiento



Poco a poco, como un goteo incesante, van aumentado los suicidios ante la amenaza más que real, inminente e ineludible cuando la comisión judicial llama a la puerta del desgraciado de turno, del desahucio por impago de una  hipoteca. Cuando el legislador acuñó el término lanzamiento para referirse a este drama no podía imaginar que en un futuro lejano rozaría con la yema de sus dedos la gloria eterna del lenguaje más certero, ese que aúna la palabra y la realidad social imperante en cada momento. Y así, en esta Expaña que como gato panza arriba se resiste al efecto Mariano, la gente se lanza por la ventana con la vana esperanza de quitarse del medio y acabar con una perra existencia que no se desea ni al peor de los enemigos. Craso error: si sus herederos no aceptan la herencia a beneficio de inventario, y los notarios-tiesos como la mojama-cada vez asesoran menos, cargarán con lo que quede de la deuda del finado una vez llevada la vivienda a las cuentas del banco malo.

Pero las desgracias nunca vienen solas, y en este caso lo hacen de la mano de la obscenidad de la política, y ya están las dos grandes mafias del país estudiando cómo pescar en este río revuelto de la miseria nacional y la muerte por causas poco naturales. Hace unos años, cuando esta crisis asomaba unas fauces que sólo veía Manuel Pizarro, y en un club de mus, conocí a un procurador de los tribunales al servicio de un banco que se vanagloriaba de la pasta que estaba ganado, y la que iba a ganar, con las ejecuciones hipotecarias. Me  pareció asqueroso y miserable, y soy de los que piensa que cada uno se gana la vida como buenamente puede y según su leal saber y entender, ya sea como chapero, político o futbolista; tan asqueroso y miserable como estas Sorayas que ahora buscan poner remedio a lo que ellas mismas y su casta y estirpe han ido alimentando durante años y años.  

Dicen algunos que la solución a estos dramas, y al modo de algún país con una ley hipotecaria más racional y generosa con los deudores, está en la dación en pago. Ninguna novedad: pese a la melosa propaganda del Banco de Sabadell y sus estólidos famosillos a los que apetece fusilar al amanecer tras haberlos cosido a collejas, cajas y bancos llevan toda su vida con una dación: la dación por el culo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Què fas, Pauet?


Por Tolerancio

Tolerancio, en cumplimiento de la normativa vigente que obliga a los cónyuges a compartir el 50% de las tareas domésticas, procede a mediodía, minuto arriba minuto abajo, a tender la ropa. Abre la ventana que da a un patio de vecinos amplio, irregular, prueba del urbanismo caótico, fractal, de esa zona de Pueblo Seco.

Desde su ventana, en ángulo, se divisa un centro escolar situado en la calle Tamarit nº 78, entre calle Lérida y Paralelo. Dicho centro se llama, según se lee en un letrero de colorines instalado en la fachada, Escola d’Educació infantil Jesús i Maria. Hasta Tolerancio, asomado a la ventana, llega el bullicio de los peques correteando por el patio. No les presta atención.

Pero en esas que una monitora larga un estruendoso alarido: ¡Pau!... Al punto intuye Tolerancio que algún mocoso la ha liado parda y que la monitora o bien reclama paz o bien pretende amonestar a Pau (Pablo).

Tolerancio ve a un renacuajo de 5 o 6 años atravesando como una centella la porción de patio de la escuela que no tapan los edificios colindantes. Apenas un par de segundos más tarde una monitora sigue la fulgurante estela del galopín, con una carrera torpe y trotona, profiriendo con desesperación el mismo alarido: ¡Pauuuuuu!

Tolerancio deduce, con toda la cautela que impone la distancia, un centenar de metros, que la vociferante monitora no es una chica joven sino una educadora veterana, uniformada con su bata blanca.

El grito siguiente da una pista del motivo de ese pintoresco cuadro escénico y de la enormidad de la travesura perpetrada por esa insolente bestezuela.

-Pau… Fes el favor de no parlar-me en castellà! (¡Pau, no me hables en castellano!)

Acabáramos. Ya conocemos el por qué de esas carreras, de esa alocada persecución por el patio. Ese minúsculo vándalo, ese aprendiz de gamberro, no pudo maquinar nada peor. No ahorcó a un gato, no… ni disparó granitos de arroz contra nucas ajenas soplando el tubo de un bolígrafo Bic a modo de cerbatana. A ese pendejo de Pau no se le ocurrió trastada más abominable que hablarle en castellano a la monitora… comprensiblemente disgustada, pobre mujer.

Aunque el de Pau es un nombre en catalán, no sabemos si su lengua materna es el catalán o el español, pues no son pocos los catalanes castellanohablantes que han asumido que deben poner nombres en catalán a sus hijos para integrarlos más fácilmente en el ámbito educativo y en el sistema, por así decir, para no ser señalados como charnegos apestosos.

En todo caso sabemos que Pau se maneja en ambos idiomas… pero el muy  pillo sospecha que hablarle en castellano a la monitora, la saca de sus casillas. Monitora o profesora o lo que quiera que sea esa especie de bruja con bata que actúa como celadora lingüística en el patio, de grado o a la fuerza, pero lo hace y con eso basta. Si la monitora-bruja larga irritada un fes el favor, denota que el chico ya lo ha hecho con anterioridad. Pau es un micro-criminal lingüístico reincidente.

Tolerancio simpatizó al instante con ese forajido, con ese outsider de parvulario… ¡Corre, corre Pau, que no te atrape nunca esa bruja mala… corre, chico, corre… corre hacia la libertad!

Pau sabe que en el cole no debe hablar ese idioma. Que dentro del aula no hay palabras en castellano para designar colores, no hay palabras para decir ardilla, nube o arco iris, o para los números que ya ha aprendido a contar con los dedos. Porque hablar ese idioma está feo, es caca. No sabemos si esa lengua es la suya propia… (como el catalán es la lengua propia o materna delsonderkommando Montilla según afirma el interfecto en todas sus alocuciones)… en la que piensa, en la que urde sus travesuras o juega o discute con sus amigos, en la que sueña, en la que habla con sus papás o sus abuelos, pero sí sabemos que la conoce… e intuye Pau que a esa lengua, por una de esas cosas incomprensibles de las personas mayores, la odian sus educadores. Para Pau, a su tierna edad, no hay mayor desafío a la autoridad constituida que hablar en español a su monitora.

Meses atrás leímos en la prensa que muchos alumnos catalanes traducen en las aulas las explicaciones del profesor para adiestrar idiomáticamente a sus condiscípulos, muchos de ellos hijos de inmigrantes, y facilitarles de ese modo la asimilación de algunos contenidos docentes. Es un gesto compasivo y la prueba irrefutable de nuestro esquizoide sistema educativo.

Muchos de esos chicos metidos a traductores adoptarán mañana las tesis inmersionistas y, una vez adultos, serán reclutados por losnormalizadores y sus criados de librea como el presidente Montilla o el llorado Pepe Rubianes. Otros acaso, los menos quizá… amarán la libertad como solo puede amarse… con el alma desgarrada. Pues nada duele más que la servidumbre voluntaria, masiva, cuando la libertad es posible y no la mantienen cautiva y aherrojada las bayonetas.  

Tolerancio se pregunta… ¿qué rumbo, qué derrota tomará la vida de ese polvorilla de Pau que habla, el muy osado, el idioma nauseabundo y degradado de los pordioseros, de los basurillas, de los yonquis, de las chachas, de las putas y de los travestis? ¿Será otro catalanista más sumergido en el aborregado clamor patrio, hipnótico, de la muchedumbre estupidizada… o será un hombre digno de ser libre, un hombre que, como hoy, correrá en pos de la libertad?

Tolerancio te abraza, Pau, en la distancia y te bendice. Qué contrariedad, embelesado y algo abatido, Tolerancio ve impotente como se le escabulle un calcetín y cae al vacío desde el tendedero

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Manifiéstate


Los abajofirmantes... España se manifiesta, lo que tampoco es nada nuevo, y si no, que le pregunten a la delegada del gobierno en Madrid, que anda la pobre desquiciada con tanta manifestación, concentración y protesta generalizada en una ciudad colapsada día tras día y hasta en fiestas de guardar.

Dos manifiestos circulan a la vez para denunciar el intento secesionista de la Cataluña de Artur Mas y el millón y medio, dicen, de la última Diada: uno, promocionado por Pravda, aboga por una suerte de federación de naciones ibéricas, lo que recuerda mucho a la FAI de la guerra, y lleva la firma de lo más granado de la progresía; el otro, más unionista, busca hermanar a izquierda y derecha bajo las maravillas de la Constitución vigente. 

Este segundo-renuncio a opinar del primero por venir de la mano del clan de la Zeja-tiene su miga, pues principia proclamando una lealtad sin fisuras a la norma fundamental, lo que a mi juicio excluye de su firma o mera simpatía a todos aquellos que se ciscan en ella por considerarla la causante principal de estos lodos. Continúan muy ufanos los abajofirmantes proclamándose herederos de las tradiciones liberal y socialdemócrata, garantía, entre otras cosas, del progreso económico. Curioso, porque el liberalismo es desconocido en España-el PP oye hablar de él y se acuerda de la bicha Jiménez Losantos-y la socialdemocracia, vieja conocida y la que más ha gobernado desde la marcha de Paco, nos ha hundido en la peor crisis de los tiempos.

Lo que sigue es un reconocimiento sentimentaloide a la grandeza de Cataluña, quizá por aquello de amortiguar el desafecto que tan poco pudor exhiben las plañideras nacionalistas, y un ruego al esfuerzo común de todos,como aquel yes, we can de Obama, para salir del pozo. Se cierra, en fin, la proclama con una invocación a la legalidad vigente, lo que da una idea del punto en el que nos hallamos y del que ya veremos quién nos saca: ¿se dirigen por ventura los abajofirmantes al señor Mas o al Fiscal General del Estado?

Parafraseando a los abajofirmantes en su emocinado y emocionante epílogo,, apelemos a la cordura, la responsabilidad y la prudencia y dejemos estas zarandajas retóricas para las tertulias de radio y televisión, espacios donde al menos siempre nos quedará el consuelo del zapping, invento anglosajón que sí constituye un auténtico ejercicio de responsabilidad y libertad.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Ana Carrillo


Por Tolerancio


Ahora sé por qué dedicar calles a los asesinos de ETA no goza de las simpatías de una parte de nuestros representantes políticos: porque no matan lo suficiente. Sus víctimas mortales no llegan a mil.

Cierto que, como el ayuntamiento de Madrid respecto de Santiago Carrillo, algunos municipios de Vascongadas, Navarra y Cataluña, han pretendido agasajar a terroristas de distinto pelaje, pero entonces la Fiscalía ha actuado de oficio o a requerimiento de las asociaciones de víctimas, esas lloronas insoportables, Oyarzábal dixit.

Hay quién dice que Carrillo no participó personalmente en la masacre de Paracuellos contra miles de personas desarmadas, no combatientes (no obstante, como casi todo es opinable hay quien dice que sí cooperó con sus propias manos y más allá del mero diseño logístico). Razonaremos interesadamente, en beneficio del finado y de nuestro relato, que no lo hiciera. Eso le distinguiría de los etarras que, para ser dirigentes de la banda y recibir el póstumo homenaje de una placa callejera tuvieron que echar los dientes en el crimen mediante el rito iniciático del tiro en la nuca o del bombazo destripador. En ETA para ser fraile primero hay que ser cocinero, pero de la escuela deconstructiva, no de recetas, si no de vidas.

Ana Botella le ha dedicado una calle a Carrillo porque ha querido. Nadie le ha obligado. Su negativa se habría entendido perfectamente. Luego si lo ha hecho es porque le gusta. No en el sentido de que la fastuosa obra criminal del dirigente comunista le complace estéticamente como la audición de una misa barroca de Bach. Es peor aún: íntimamente le fascina. La alcaldesa nos recuerda a esas monjas de La leyenda del César visionario de Umbral que se cuelan en sórdidos calabozos de la retaguardia nacional para consolar las fatídicas horas de los presos republicanos, ofreciéndose, en su infinita misericordia, al carnal alivio de los penados.

Amar a los criminales en su maldad infinita porque son criaturas de Dios descarriadas. Y la grandeza de nuestros sentimientos se templa en la generosidad con el individuo tocado por el halo maligno de las tinieblas. Ana Botella lo hace con ese temblor piadoso y traspasado de la beatería más sublime que implora al Altísimo para que le conceda la gloria del martirologio, con la renuncia de sí de un san Sebastián asaeteado por sus victimarios o de los primeros cristianos expulsados a latigazos de las catacumbas y arrojados a las arenas circenses para gaudio de leones hambrientos. Y entonar un Dios, perdónalos porque no saben lo que hacen y alcanzar de ese modo las etéreas cotas de la inmortalidad.

Ana Botella se paladea imaginando a los presos de las cárceles Modelo y Porlier trasladados al último páramo… al amanecer. Miradas perdidas, abrazos para confortarse, manos que pasan las cuentas de un rosario furtivo hurtado a la requisa. Neblina de madrugada. Los faros de los camiones. El humo del pitillo de uno de los verdugos. El clac del cerrojo de una tercerola Máuser, el olor a tierra removida a paladas. Uno desfallece. Otro le sostiene. Los seminaristas más jóvenes, chiquillos aún, lloran y llaman a sus madres con la voz quebrada. Las ráfagas. Los cuerpos se derrumban dentro de la zanja. Uno aún respira y la tierra de la sepultura troca el llanto y la sangre en un barro negruzco. Hace un frío que pela. Ana Botella lo ve, suspira, jadea… en un registro místico… querría subirse a un bucle temporal y aparecer entre los condenados para transmitirles confianza y aplomo en esa hora crítica… una heroína en medio de la desgracia… Y refusilar a los suyos.

Ana Botella quiere mirar a los ojos del mal y vencer en su colosal compasión… Ana Botella regresa incólume de los círculos infernales y cabalga a lomos de un blanco corcel y ondea, como su cabellera al viento, el estandarte de la doncella de Lorena. Su aliento es más puro e inconsútil tras hociquear con avidez en el negro y pestilente culo de la muerte.

En una calle de Madrid… 

sábado, 3 de noviembre de 2012

La larga marcha



Con la independencia se viviría mejor


Como decía El Butanito, somos notarios de la actualidad.

Qué pereza, con estos años y a este ritmo: mejor, y es ya toda una hazaña, nos quedamos como estamos.

No obstante, no es casual ese encuentro del President que recoge la noticia, anterior en pocos días a la presentación del programa electoral de su partido, donde se garantiza, y siempre ligado a un Estado propio, que los catalanes tendrán más esperanza de vida, gracias, entre otras cosas, a un descenso  notable de los accidentes de tráfico. Un derecho, en fin, a la felicidad. Como en aquellas viejas repúblicas del socialismo real donde todo lo malo estaba al otro lado, ni menos ni más.