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viernes, 29 de octubre de 2010

Semana negra

Pese a la colocación de unos bonos que ningún político compra, qué extraño, no ha sido esta una buena semana para el nacionalismo y su oasis: a la vez que moría uno de los filólogos catalanes más reputados y cerraba sus puertas una de las librerías más emblemáticas en el proceso de construcción nacional, un tribunal le daba un palo al Ayuntamiento de Barcelona por no ser muy escrupuloso con la legalidad en materia lingüística, aunque para consuelo de algunos contaba la resolución con un voto particular por un quítame allá esas pajas. Pero faltaba Montilla, el hombre normal, aportando su granito de arena, echando sal en la herida: campaña electoral en castellano y propuesta formal para que uno de sus hombres de confianza, el presidente de las asociaciones andaluzas en Cataluña, olé, entre en la asamblea general de la nueva supercaja, un híbrido nacido de los números rojos y las hipotecas basura. Así, resulta normal que Iván Tubau no provoque mucho afirmando que los catalanes cada vez caen peor en el resto de Expaña. Menos mal que el Papa, si no lo impiden los perroflautas, hará parte de una misa en catalán.

4 comentarios:

Chippewa dijo...

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Deberían multar severamente a todos los políticos catalanes que hagan campaña electoral en español. Y que lo paguen de su propio bolsillo.

No me extraña que en Cataluña la mitad larga del personal pase de arrimarse a una urna. Visto lo que hay para elegir, no me extraña.

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Reinhard dijo...

Creo que las multas, como la prisión, suelen ser para gente pobre.

En las elecciones catalanes siempre hay una auténtico protagonista, la abstención, que además se muestra con gran contumacia.

tolerancio dijo...

Al Papa, el ministrín Saura, le multará por no tener homologadas las modificaciones del Papamóvil con arreglo a la normativa de Tráfico.

Irá de la mano de su Eminencia el cardenal Jiménez, el mismo personaje infecto que bendijo a los ponentes estatutarios en la basílica de La Merced.

Creo que me voy a hacer cristiano ortodoxo

Jabato dijo...

Sólo falta que Ratzinger se queje de lo caro que fue Cristiano Ronaldo.