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domingo, 17 de octubre de 2010

Incompetencias


Que la fiesta de los toros pase de interior a cultura no es mala noticia, pero tampoco buena. Entre el siniestro Rubalcaba y la meliflua Sinde hay una alternativa que pasa por la libertad: de la misma forma que solamente el más radical liberalismo saca al hombre de la miseria, es la independencia de cualquier tutela la que salvará al toro y al torero. La fiesta, abonándose a toda esta ola de soberanismo que nos invade, debe proclamarse privada a todos los efectos, ese será su mejor blindaje, y así, como cualquier otra actividad profesional o empresarial, únicamente cuando se vulnere la ley podrá la administración meter ahí su zarpa sancionadora, sin que valgan iniciativas populares ni atropellos similares. Un espectáculo de este calibre debe liberarse de los políticos y su natural querencia a la arbitrariedad, pues no quedará así festejo alguno que lo presida un funcionario ignorante y con ganas de figurar. Tampoco habría que preocuparse mucho por el orden público en un espectáculo en el que, a diferencia de otros más zafios, el incidente más grave es pitar al torero o llamar buey al toro. He ahí la verdadera competencia, el toro que hay que lidiar. Y es que duele ver a figurones del toreo mendigar orejas en plazas tan poco recomendables como un ministerio.

2 comentarios:

Chippewa dijo...

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Los toreros no comprenden que no son ellos los que necesitan a los políticos y sí son los políticos los que que necesitan el voto de los taurinos.

Deberían mirarlos con indiferencia y desprecio y no hacer como que mendigan favores. Lo único que necesitan los toreros es buen viaje y que los toros embistan.

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Jabato dijo...

Un buen torero debe arrimarse al toro, y no a políticos oportunistas.