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viernes, 29 de octubre de 2010

Semana negra

Pese a la colocación de unos bonos que ningún político compra, qué extraño, no ha sido esta una buena semana para el nacionalismo y su oasis: a la vez que moría uno de los filólogos catalanes más reputados y cerraba sus puertas una de las librerías más emblemáticas en el proceso de construcción nacional, un tribunal le daba un palo al Ayuntamiento de Barcelona por no ser muy escrupuloso con la legalidad en materia lingüística, aunque para consuelo de algunos contaba la resolución con un voto particular por un quítame allá esas pajas. Pero faltaba Montilla, el hombre normal, aportando su granito de arena, echando sal en la herida: campaña electoral en castellano y propuesta formal para que uno de sus hombres de confianza, el presidente de las asociaciones andaluzas en Cataluña, olé, entre en la asamblea general de la nueva supercaja, un híbrido nacido de los números rojos y las hipotecas basura. Así, resulta normal que Iván Tubau no provoque mucho afirmando que los catalanes cada vez caen peor en el resto de Expaña. Menos mal que el Papa, si no lo impiden los perroflautas, hará parte de una misa en catalán.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Escandalosa pluma

Leo con demasiada avidez, eso creo a veces, o sencillamente es que me estoy haciendo viejo y casi todo me la sopla, porque no le di la suficiente importancia a una peripecia erótico/festiva que cuenta Fernando Sánchez Dragó en Dios los cría...Hace cuarenta años, que no es poco para tanto ruido, el escritor se trajinó a unas niñas en Japón, o más bien fue al revés, al menos eso se deduce del relato que, obligado por las circunstancias que marca la penosa actualidad, he releído con más tranquilidad: que las niponas adolescentes se lo trajinaron a él, y por turnos. Veo ahora las explicaciones y matizaciones del interesado en un artículo y resulta que la cosa no fue más allá de cuatro caricias. Obviamente, esto es progrelandia, se ha montado el cirio y unos cuantos imbéciles exigen sangre: la justicia nunca les ha interesado y la terrible fechoría, en el peor de los casos para nuestro hombre, estaría prescrita. Que la pluma tiene mucho peligro, más ahora que nunca, lo puede certificar un Pérez Reverte que sale a escándalo semanal y que no deja títere con cabeza ni fulano en el que ciscarse. No obstante, y mientras no lo prohíban, seguiré leyendo y releyendo con la misma avidez, preguntándome, solo como ejemplo, qué dirían hoy todos los meapilas que nos alumbran sobre un tal Louis Ferdinand Destouches.

martes, 26 de octubre de 2010

Mairena



Causa cierto revuelo que Carmen de Mairena se presente al parlamento catalán, como si por estos pagos y desde la muerte de Paco nos gobernara una suerte de aristocracia. Sería, dicen algunos, el triunfo de lo freak, el hundimiento del seny, el no va más: craso error. El parlamento catalán, un edificio-dejaremos institución para otros supuestos más académicos-muy cercano al parque zoológico y al viejo palacio de justicia, ha demostrado sobradamente su capacidad para acercar la política a la mitad pueblo, porque la otra mitad se abstiene con desprecio y rebeldía, con desgana y contumacia. El parlamento catalán ha entronizado a bachilleres y jardineros, filólogos y amas de casa, patricios y plebeyos, catalanes y charnegos. Bien esta que se popularice la política como en su día se popularizó la justicia, vistiendo así al pueblo soberano con la toga de ciudadano jurado, que es una comedia que sienta bien y se paga regular, pero que sirve para contar batallitas a los nietos y amenizar una paella familiar con atenuantes y agravantes y piezas de convicción. Cataluña es una noria que gira y gira y que algunas veces recoge y abraza a lo más llano del pueblo para subirlo a lo más alto del sueño, aunque este no sea americano y haya que revalidarlo cada cierto tiempo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Un par




De la mano del incombustible Ruiz Portella, Áltera y Planeta han subido a una especie de montaña rusa a dos tipos difíciles de clasificar, dos toreros-porque mucho se habla aquí de toros-unidos por una cuantas cosas con un común denominador: la incorrección política. En un tú a tú que en ocasiones queda desequilibrado por la excesiva locuacidad de Dragó, especialmente en cuestiones como el sexo y las drogas, en las que Boadella aparece como un puritano incorregible y feliz, se tratan infinidad de temas en los que ambos suelen coincidir de manera casi absoluta, de ahí un título tan sugerente como previsible. Si algo rezuma el libro es una evidente nostalgia, una querencia por cosas que han ido desapareciendo y que los protagonistas, un exiliado y un vagabundo, gustarían resucitar bajo la bandera de la reacción, lo que en el fondo no es ya más que una quimera, y no precisamente por la edad de los que aquí reunidos, que gozan de buena salud y no pecan precisamente de pereza, sino por el notable pesimismo antropológico al que están abonados, uno y otro.


jueves, 21 de octubre de 2010

Catalanadas

Cuando empecé a ejercer una de las profesiones más viejas del mundo, y un poco ha llovido desde entonces, un veterano con mucho oficio me dijo que solamente había una cosa peor y más retorcida que un juez, y eso era un fiscal. Tras ver a un dirigente del PP catalán declarar ante un fiscal especialista en odio y discriminación a cuenta de unos delincuentes rumanos, y con unos cuantos años ya de antigüedad en la cosa, debo decir que sí hay algo peor que un fiscal, y es un fiscal sensible.
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Pepito Montilla promete un salario/préstamo a la generación ni-ni, que es inversión tan ruinosa como los catabonos, porque ni el bachiller ganará la última charlotada a la que se presenta ni los fulanos que lo recibirían iban a devolver un euro. Puestos a ser toreros y socialdemócratas, y ya que nos cortamos la coleta, más coherente y solidario, y quizá también económico, sería prometer enseñanza subvencionada en el Colegio Alemán de Esplugas de Llobregat.
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Trincan a un concejal separatista acusado de pederastia, aunque en su defensa alega que todo principiaba y moría en los pies de los tiernos infantes que con mimo masajeaba. Hace años conocí a un tipo que afirmaba ufano que lo que más le gustaba era que su novia se la menease con los pies: son gustos, como los gelatinosos pies de cerdo. De la pedofilia a la podología hay un paso, un pie: a ver si un fiscal especialista y sensible lo aprecia.
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Un vendedor de prensa acude a Barcelona para decir que la independencia catalana es una quimera y el auditorio, con Pepito a la cabeza, pasa de todo: conocen sus dobleces y travestimos, por eso en la intimidad, que es sagrada y no se debe airear, se descojonan de risa con la edición catalana de su diario y la cancha que reciben los más variopintos separatistas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

martes, 19 de octubre de 2010

Hipocresía



Cada cierto tiempo una especie de mantra susurrante recorre la vieja Europa a costa del fenómeno de la extranjería: que si el burka y otras prendas ofenden unos determinados valores, que si los campamentos de cíngaros todo lo enfangan, que si algunos extranjeros son poco productivos y, por contra, copan y colapsan los servicios públicos... Ahora llega Doña Merkel con el idioma, su conocimiento y una voluntad de integración que brilla por su ausencia: flojita, muy flojita, y ya vendrán los matices. Pocos debates atesoran más hipocresía y corrección política que el de la inmigración en una Europa que vive de espaldas a la realidad y a la de sus propios ciudadanos y que marea la perdiz mostrando el diagnóstico pero ocultando el remedio. El modelo multicultural ha fracasado, sostienen algunos con la boca pequeña y mirando hacia su propia retaguardia, que no es otra que un inmenso país llamado Turquía, más de setenta millones de fulanos llamando a la puerta y reclamando la entrada en un club que ya no es precisamente selecto. La hipocresía va de la mano de la más absoluta ingenuidad: lo que de verdad ha fracasado es Europa, su historia, su cultura y su filosofía.

domingo, 17 de octubre de 2010

Incompetencias


Que la fiesta de los toros pase de interior a cultura no es mala noticia, pero tampoco buena. Entre el siniestro Rubalcaba y la meliflua Sinde hay una alternativa que pasa por la libertad: de la misma forma que solamente el más radical liberalismo saca al hombre de la miseria, es la independencia de cualquier tutela la que salvará al toro y al torero. La fiesta, abonándose a toda esta ola de soberanismo que nos invade, debe proclamarse privada a todos los efectos, ese será su mejor blindaje, y así, como cualquier otra actividad profesional o empresarial, únicamente cuando se vulnere la ley podrá la administración meter ahí su zarpa sancionadora, sin que valgan iniciativas populares ni atropellos similares. Un espectáculo de este calibre debe liberarse de los políticos y su natural querencia a la arbitrariedad, pues no quedará así festejo alguno que lo presida un funcionario ignorante y con ganas de figurar. Tampoco habría que preocuparse mucho por el orden público en un espectáculo en el que, a diferencia de otros más zafios, el incidente más grave es pitar al torero o llamar buey al toro. He ahí la verdadera competencia, el toro que hay que lidiar. Y es que duele ver a figurones del toreo mendigar orejas en plazas tan poco recomendables como un ministerio.

viernes, 15 de octubre de 2010

Presume...


Hace ya bastante tiempo-algo comenté por aquí-conocí a un tipo que se vanagloriaba de las innumerables detenciones policiales que pesaban sobre sus espaldas. Presumir es como casi todo, un acto de voluntarismo muy ligado a la condición humana que siempre dejará una pincelada sobre la personalidad de su autor, causando admiración o náusea, aplauso o abucheo, o simple indiferencia. Es posible que me traicione el subconsciente, pero el caso es que me acuerdo de aquel chorizo cuando veo a un vacante ministro de trabajo sacando pecho ante los padres de esta patria decadente con sus cifras del paro, presumiendo de haber doblado el número de parados: que las carcajadas no echasen abajo ese teatro de variedades ante tamaña heroicidad demuestra la potencia del anestésico que nos hemos enchufado, aunque deberían ser esos parados doblados los que entrasen allí, al menos para hacer la ola a ese petardo. Y es que este es un país de mucha jactancia, como aquel majadero catalán que vacila de haber denunciado a cientos de comercios que rotulan en español, o niñatos que apalean a otros niñatos, lo graban en un móvil y lo cuelgan en internet buscando alguna clase de reconocimiento efímero, por no hablar del presidente que presume de niñas feas y gordas y las mete en un avión para hacer un posado en las Américas. Del difama... hemos pasado al presume, que algo queda, aunque el resultado final de tanto presumir no sea otra cosa que el bochorno, la vergüenza o el delito.

jueves, 14 de octubre de 2010

Arteche



Ha muerto Arteche. Buen tipo, tan bravo como duro, tan sobrio como noble. Se ha ido joven y sin hacer ruido, muy anticipadamente, como se fue de su equipo y del deporte tras cantar las cuarenta a Gil. Los que tenemos una cierta edad, los mismos que no hemos crecido, y ni falta que hacía, con el dichoso tiquitaca, algo debemos a tipos como él, porque en lo recio y viril de su aspecto, que ya se reflejaba en los cromos que con avidez coleccionábamos, estaba parte de la esencia del fútbol. Tremendos eran aquellos partidos contra el Madrid, sus pleitos verbales y físicos con el soso Gallego, una guerra por capítulos que se libraba en el interior de las áreas mientras se lanzaba desde la esquina. No era de los que fingían buscando una roja ful para el contrario, así que apuntaba la afrenta en una libreta imaginaria y ya pasaría cuentas en algún lance... si había lugar. Quizá los zagueros de hoy sepan salir con la pelota pegada a los pies, soltar un pase de treinta metros o hacer un caño a un delantero ansioso: por eso, entre otras razones, el espíritu de Arteche es de otra época, la de aquellos cromos que rápidamente pasaban de mano en mano y tanto juego daban.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Sin un clavel


Dicen que esto se resquebraja por momentos, que el camino de servidumbre es un grotesco corralito en el que habrá que saber moverse bien so pena de perecer, y así, como el que no quiere la cosa y en plena precampaña electoral, la administración catalana lanza a la desesperada una emisión de bonos que permita, si alguien la quiere, atender los pagos más urgentes. Y es que para comprender esto, como todo, lo mejor es acudir al pueblo y dejar de lado a sesudos economistas que marean la perdiz con cifras que mañana ya no valdrán un pimiento. Que la caja pública está llena de telarañas me lo cuenta un amigo, un crack, un tipo que siempre, y con la excusa del arte, ha sabido moverse en el mundillo de la subvención, pues en este país se regala el dinero de todos para crear cualquier cosilla:

Estoy hasta los cojones de los progres de mierda.

Así resume la situación un alcalde catalán y socialista cuando su concejal de cultura le traslada las quejas de los que hasta ahora pillaban, y bien, con la excusa de la artística divulgación.

Aunque tardía, no está mal la respuesta, pero puestos a ningunear, y antes de dar el portazo a tanto pedigüeño, no estaría mal que el alcalde entregase a su concejal miles y miles de billetes de monopoly, pues el arte no deja de ser imaginación y la cultura, si no impostura, es devoción.


lunes, 11 de octubre de 2010

Esto se hunde



Llega para Z. la hora final, la del hundimiento: abandonado por todos y todas, encerrado en su burbuja y víctima del fuego amigo, asiste impotente al desmoronamiento de todos los frentes. El único ejército que todavía figura en los mapas es el compuesto por millones de desocupados, las armas milagrosas no salen de las fábricas por falta de dinero y aquel talante no es más que la metáfora de la ruina .

De él ya solo se espera un gesto viril, aunque es probable, dados los antecedentes, que al grito de bujarrón el último remate la faena intentado huir disfrazado de cualquier cosa, quizá de gótico en Halloween.

viernes, 8 de octubre de 2010

Microrrelato



Hoy día son pocos, jóvenes o mayores, los que saben quién fue, y mucho menos cómo vivió y murió, Willi Münzenberg, el rey indiscutible de la agitación y la propaganda. Una pintura, colgada en el vestíbulo de aquel hotel de Baviera en el que la nieve me había retenido, lo representaba en actitud desafiante, pelo alborotado y miranda penetrante, de loco decían algunos, de genio otros, señalando con el índice a un perplejo magistrado que a duras penas podía mantener el orden en la sala, logrando así su objetivo, una inversión de los papeles que regían el proceso, lo que al final desembocaría en lo ya conocido, en aquello que yo había leído en muchos libros que fielmente retrataban al personaje, y que no era otra cosa que una absolución, pues como Willi decía, y parece que ahora estoy oyendo su alegato, su imputación no era más que una absurda prevención que la constitución de Weimar, desacreditada por todos pero todavía vigente, no permitía.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Conceptos

Decía Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin para amigos y enemigos, que la muerte de un hombre era un tragedia, pero que la muerte de un millón de hombres no era más que una estadística. El razonamiento está claro: a medida que la muerte se va multiplicando, una y otra vez e independientemente de sus causas, la tragedia se va difuminando en la impersonalidad de los números, desapareciendo el hombre y su dramático final en la gran masa de cadáveres. Algo así, más o menos y a modo de arenga y con muchas botellas de vodka, debía explicar el hombre de acero a los verdugos de la cheka cuando estos se enfundaban el mono de trabajo, fuese en la Lubianka o en los bosques de Katyn. Seguro que unos cuantos años después Beria recordaría esta gloriosa filosofía mientras los herederos de Iósif lo pasaportaban al grueso de la estadística.
Algo así, mutatis mutandi, sostiene la ministra Bibiana cuando afirma que no existe una opinión unánime sobre el concepto de ser humano, todo es relativo y según se mire, lo que sorprende notablemente en una abanderada del pensamiento único. Quizá con un aborto, o dos, podríamos discutir sobre aquello que ha terminado en el cubo de los desperdicios, si era un ser humano, persona, personita o sólo un cúmulo de células, pero esta la ley de interrupción voluntaria del embarazo no es más que un método anticonceptivo con cargo al erario público, más gasto que estamos en la champions, por lo que los cubos serán sustituidos por contenedores y la tragedia dejará paso a la estadística. Mientras tanto, y a la espera de la primera oleada de cifras, nos tendrán entretenidos con milongas sobre derechos de la mujer, cosillas de la OMS y artículos de los filósofos de guardia.

lunes, 4 de octubre de 2010

El ángel rojo


De vez en cuando, y más en los tiempos que corren, conviene ejercitar la memoria y, si esta es histórica, miel sobre hojuelas. A la vista de que el gobierno, en unión de sus más o menos fieles e interesados aliados, decidió hace ya tiempo embarcarse en esa contradicción en sus propios términos que es la memoria histórica, centrándose en la Guerra del 36 y el posterior régimen que de ella surgió, sería conveniente glosar la figura de todo un personaje que en aquella época se distinguió más allá incluso que lo que le era exigible en una situación auténticamente dramática.

Por eso, entre otras razones, es muy interesante este libro de la editorial Almuzara sobre Melchor Rodríguez, por su actualidad y porque el autor, el periodista y escritor Alfonso Domingo, da un magnífico repaso a la vida de Melchor antes, durante y después de la guerra civil, con la peculiaridad de que se hace de forma novelada y sin perder de vista el rigor de los hechos, porque a fin de cuentas estamos ante un historia de la guerra civil dentro de la misma guerra.

Es la vida de todo un caballero del sevillano barrio de Triana. Huérfano de padre desde la infancia y acosado por la pobreza ejerció los más variados oficios, hasta el de matador de toros, pero una cogida le obligó a retirarse y a buscarse la vida en Madrid como trabajador del metal, siendo este traslado forzoso determinante en su paso a la actividad sindical y política, pero también crucial para jugar el papel que el destino le tenía asignado: sindicalista de la CNT y de la FAI, pero también, y principalmente para su figura, Director General de Prisiones de la República en plena Guerra Civil, en el período comprendido entre noviembre de 1.936 y marzo de 1.937. No me extenderé en más datos biográficos, pues están en la obra perfectamente detallados y ordenados, pero sí dejaré cuatro pinceladas que pueden mostrar un esbozo de la bondad y honradez del personaje, virtudes estas que no suelen acompañar a los que se dedican a la actividad política, porque Melchor Rodríguez, seguramente a su pesar y en tiempos convulsos y también por casualidad, se encontró abocado al desempeño de una cargo público y de carácter ejecutivo, una notable paradoja tratándose de un anarquista.
Un fragmento de una denuncia suya retrata al personaje, y lo hace en su justa medida de honestidad y valentía, porque entonces ya había sido destituido de su cargo y se exponía a cualquier represalia de los que, con nombre y apellidos e investidos de todo el poder absoluto que le otorgaba una situación bélica, eran denunciados:

En relación a la orden dada por el tal Cazorla referente a sacar de las cárceles del Gobierno a los absueltos por los tribunales populares, tras ser retenidos gubernamentalmente por él, para, valiéndose de engaños y órdenes verbales secretas, dadas a los agentes de su mando, conducirlos a cárceles clandestinas y batallones de milicias comunistas(…); declaro estar dispuesto a comparecer ante las autoridades o comités responsables para verbal o documentalmente demostrar la funesta política seguida desde la Consejería de Orden Público de Madrid por Santiago Carrillo y Serrano Poncela, primero, y por José Cazorla últimamente(… )

Puede parecer una contradicción que un anarquista sea Director General de Prisiones, pero no lo es tanto si atendemos al momento histórico en que nuestro personaje tuvo que saltar a la arena y lidiar con un toro muy diferente al que años atrás le había retirado de la Fiesta. Tampoco es extraño si sabemos que como buen anarquista, utópico en los fines y quizá también en los medios, pretendía dar un revolcón al sistema penitenciario vigente hasta el momento, cambiarlo desde dentro, humanizarlo en la medida de lo posible y buscar las medidas alternativas que hicieran de la pena un instrumento tendente a la reinserción.

Pero el estallido de la Guerra Civil y la consiguiente locura desatada iban a convertir a nuestro personaje en algo más que un mero funcionario de élite. Desde su cargo puso freno con contundencia a las sacas indiscriminadas de presos hostiles al Frente Popular, derechistas los llamaban, los mismos que terminaron en las cunetas o en las fosas de Paracuellos. Hombres que más tarde hicieron carrera en el bando vencedor, Muñoz Grandes, Fernández Cuesta y el cuñadísimo Serrano Súñer salvaron el pellejo gracias a Melchor, quien no hacía distinciones ni tampoco discriminaciones, prebendas y estigmas que no tenían cabida en el profundo humanismo que atesoraba. Pero nuestro héroe duró poco en el cargo, siendo como era un funcionario díscolo y proclive a un entendimiento que ni sus superiores ni sus adversarios en la contienda deseaban.

Pudo huir antes de que finalizase la guerra, como hicieron muchos de sus correligionarios, pero no lo deseaba, tal vez porque ingenuamente esperaba la benevolencia de los vencedores o la reconciliación entre los dos bandos. Craso error: el régimen triunfante fue miserable con él como lo fue con otros que no lo merecían, y lo fue por partida doble: lo sentó en el banquillo y lo acabó condenando pese al testimonio en su favor de algún nuevo jerarca de la victoria. Suponemos que la vergüenza y la mala conciencia hicieron mella en sus juzgadores, ya que no se atrevieron a sentenciarlo más allá de la pena de seis años y un día, de los que en prisión cumplió poco más de uno. Podemos terminar diciendo que murió de viejo y que su entierro, en los estertores del franquismo, fue multitudinario, congregando a falangistas y anarquistas, vencedores y vencidos, vividores del régimen y opositores al mismo.
La obra, pues, rinde un humilde y necesario homenaje a un hombre justo y honesto, sacrificado y generoso que, como no podía ser de otra manera, ha sido ignorado por los que a golpe de ley o decreto tanto disfrutan mirando al pasado, removiéndolo y retorciéndolo con fines siempre espurios.

sábado, 2 de octubre de 2010

Tiempo



Se desconoce si este artilugio-normalización lingüística a tope- será el que mida el tiempo en la próxima-o presente-negociación entre las dos bandas, pero sus detalladas instrucciones son toda una evidencia, y también, por qué no, una declaración de principios: la banda E, primera parte contratante, ya no es lo que era, pues todo hay que explicarlo-¡joder!-a una militancia petarda e inútil, por lo que bajará su listón reivindicativo a fin que la banda G, segunda parte contratante, no pueda negarse a la firma de un acuerdo plenamente satisfactorio para ambas partes contratantes.