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sábado, 28 de agosto de 2010

Testigos de Persia



Testigos de Jehová:
La actitud de la sociolingüística patriota catalana, que cada quince años anuncia el fin del catalán en un plazo de cincuenta años, es la misma que la de los Testigos de Jehová que cada quince años anuncian el fin del mundo en un plazo de cincuenta años.


Miquel Porta Perales, Diccionario Persa de Cataluña: Guía para entrar y salir de Cataluña. La Esfera de los Libros, 2.006

domingo, 22 de agosto de 2010

Madrid


....Porque Madrid es así: en su chulería y su urgencia por morder los días, no halla el momento para
homenajearse. Las autoridades lo intentan, recordando efemérides y toda clase de fruslerías sentimentales; pero la costra dura de la ciudad repele su vana prosopopeya. Cada día y cada noche se abalanza sobre sí misma, con las uñas fuera y las mandíbulas apretadas, Nunca fue animal doméstico que ronronea satisfecho bajo las caricias del amo, sino fiera que ruge a la intemperie para acallar el hambre y el miedo....Porque Madrid es demasiado efervescente para caber en un término municipal. Y por mucho que crezca sus constelación de cemento, sus arterias de asfalto mantienen el organismo sincronizado en un solo latido, hasta sus más remotas extremidades.... Madrid nunca construiría una ensoñación romántica en torno a su propia identidad, como otras ciudades; ni falta que le hacía. Por no necesitar, ni siquiera necesitaba que la quisieran. Y sin embargo, el hecho cierto era que muchos de los que andábamos por sus calles, en una especie de alarde masoquista, la amábamos sin remedio.

La estrategia del agua, de Lorenzo Silva. Destino 2.010.

lunes, 16 de agosto de 2010

Pausa en la siesta


Interrumpo el descanso veraniego y me agencio prestado un ordenador con una de esas conexiones que te indican que pocas cosas se mueven en agosto más allá de las típicas tormentas que arruinan la caja de cualquier chiringuito playero.
El único tipo del gobierno que no parece descansar amenaza con una subida de impuestos directos, que los otros ya están más que cebados: nada nuevo bajo el sol, que dos y dos son cuatro aunque para muchos sea un conceto que haya que explicar en bermudas mientras se contemplan los puentes a medio construir.
La Eta palmará de aburrimiento y acabará por salir por la puerta grande del pasa página, sobre todo si así se lo proponen los tibios y pragmáticos de siempre que se la menean con las obras completas de Concepción Arenal.
La morisma, esa que llama mi hermano, o mi tío, o mi primo, qué más da, al monarca de ya no se sabe qué, progresa adecuadamente y vuelve a la carga con Ceuta y Melilla: más tarde, logrado ese objetivo, subirá hacia Extremadura como hicieron sus antepasados encuadrados en las tropas de Yagüe: su quinta columna estará en cada pueblo.
Cazo con notable retraso una interesante entrevista a un vacante y relajado Rajoy en la que el joven periodista brilla mucho más que este eterno opositor de puro y casino y ley hipotecaria.
Devuelvo el cacharro generosamente prestado y entre bostezos regreso a la siesta placentera.

lunes, 9 de agosto de 2010

Revolución



Los otros días pasé por una calle aledaña a las Ramblas, en la que, desde la muerte de Franco, había habido una librería s o menos oficialmente manejada por el partido comunista. Estaban en proceso de cierre, en montones coronados con cartelitos en los que constaba un precio ridículo...Me quedé pensando en las estanterías despobladas, en el aire de liquidación apresurada que allí tenía todo, y me pregunté si era posible que sucediera lo mismo con una de esas librerías católicas en que todo el material expuesto es del mismo jaez que el de las librerías comunistas, vidas de santos, manuales de economía política celestial...Y no, no era posible. El comunismo cerró. Cerró, como se cierra una tienda. Alguien hizo las cuentas, estimó los finiquitos y bajó la persiana. Y se acabó todo, incluida la épica.

Revolución, Horacio Vázquez-Rial, Edicones B, 2.002.

martes, 3 de agosto de 2010

Archipiélago

Justo ahora se cumplen dos años de la muerte de Aleksandr Solzhenitsyn; tengo varias ediciones del Archipiélago y esta de más arriba no es precisamente de la mejores, pero le guardo especial cariño, seguramente por el prólogo con el que Raúl del Pozo-qué bien y de qué manera tan certera escribías antes, amigo-obsequia a los lectores. Ahí va, ahí queda como homenaje a las víctimas de aquella maravillosa utopía:


Cuando en el año 1974 se publicó Archipiélago Gulag, los españoles del PCE eran los protagonistas de la Transición, defendían los derechos humanos, la reconciliación, las elecciones libres, la amnistía y la democracia. En toda Europa, los comunistas habían sido la principal fuerza antifascista y adoraban a la URSS por ser el primer Estado obrero del planeta que había derrotado a Hitler. Eran indulgentes con la dictadura del proletariado y achacaban las purgas, el hambre y la policía secreta al aislamiento, el cerco, a la guerra fría y a la propaganda imperialista. Pero después de que se publicó Archipiélago Gulag, aunque no se leyera por decoro y disciplina, los comunistas de todo el mundo, y especialmente los de España, descubrieron que por debajo del anticomunismo doliente y lírico de Alexandr Solzhenitsyn, estaba el infierno de la verdad, Pocas veces un libro ha causado tanto dolor. Los perseguidos, torturados, encarcelados de este lado se veían a sí mismos en la reconstrucción de almas, se encontraban entre los desaparecidos y se identificaban con los 227 testigos.

Aquí a este lado del telón se defendía la libertad y se pedía la abolición de la pena de muerte, y, al otro lado de la cortina, se conculcaban los derechos humanos. La culpa y la mala conciencia alejaron al placer como principio de la Literatura en este libro largo, estepario, demoledor, sarcástico, sectario, pero justo.

Habían dicho los dirigentes que Solzhenitsyn era un contrarrevolucionario, pero en aquel fresco de horrores, de humillaciones y de crímenes la sangre de la pintura estaba fresca. Los comunistas que se habían dejado la vida en las cárceles y que habían gritado viva la URSS al ser fusilados adivinaron con pasmo que una policía sanguinaria, bajo diversas siglas, había organizado campos de concentración en el paraíso del proletariado.

Aunque Sartre había avisado que el estalinismo era incompatible con el ejercicio honrado del oficio literario y que sin saberlo las mejores mente del mundo habían estado de parte del infierno, de pronto Kafka escribía no una fábula, sino una crónica. Todos los pánicos que profetizó el tuberculoso de Praga se cumplían. Por las páginas heladas del Archipiélago cruzaban caravanas de esclavos, riadas de prisioneros, campos de concentración, trabajos forzados. Por la Lubianka no pasaban sólo los trotskistas y los espías, sino los mejores bolcheviques, los escritores, los comisarios, los maestros, los soldados y los héroes de guerra. Por encima del bozal de nuestra ventana, de las demás celdas de la Lubianka, y de todas las cárceles de Moscú, también nosotros, ex combatientes en el frente contemplábamos el cielo de Moscú, engalanado por los fuegos artificiales y sesgado por los reflactores.

El libro decía con un texto doliente que el estalinismo había sido una inmensa checa que trituró a creyentes, a héroes antifascistas, a obreros de los koljós y a los intelectuales que pensaban por su cuenta. Provocó el fin de la borrachera rusa a aquellos que pensaban que nuestro vino es amargo pero es nuestro.

Los intelectuales comunistas tuvieron la impresión de haber escrito de rodillas, como Fray Anggelico pintaba. El miedo, el instinto de conservación, instinto animal compartido por todos los seres humanos, fue utilizado por unos rufianes de la checa para destruir a la gente obligándola a aceptar compromisos morales menores. Unas veces era colocar un cartel en el escaparate, otras dice Havel firmar una petición denunciando a un colega por hacer algo que al Estado no le gustaba, otras permanecer silencioso cuando un colega era perseguido injustamente. El estalinismo trató de convertir a todos en cómplices morales. Hubo muchos disidentes- Pasternak, Vladimir Bukovski, Sajarov, el propio Havel, antes Trotsky -, pero el disidente por excelencia es Solzhenitsyn, que nos habló de que el comunismo, acelerón en la historia, se había corrompido en la estepa. Unos años más tarde aquel archipiélago se desheló. Murió el comunismo, no nació nada nuevo, volvieron los dioses y los popes, pero los seres humanos nunca podrán olvidar aquel sorprendente país de geografía dispersa como la de un archipiélago y, al mismo tiempo, con una presencia en las mentes compacta como la de un continente, un país casi invisible, poblado de la estirpe de los zeks que afloró después de que Jruschov leyera el Informe Secreto del XX Congreso del PCUS.

Alexandr Solzhenitsyn ha hecho más anticomunistas que toda la CIA. Su libro cambió la vida a mucha gente, al estilo de aquellos libros que llevaron a Santa Teresa o a San Ignacio por el camino de Dios. La fábula tiene una honda raíz religiosa y la escritura es terrible y hermosa.